Ladridos 1
Tomo el teléfono y decido no contestar, gané la costumbre desde que los cobradores empezaron a fastidiar hasta por pagar a tiempo. Pienso que puede ser importante pero prefiero la frustración de una llamada perdida a la molestia del banco.
Estoy en el mismo escritorio de siempre, segundo piso frío, conversaciones recurrentes y conspiraciones de pasillo en la oficina de atrás. Pienso en que podría cambiar el mundo si saliera de estas cuatro paredes.
-¡No me aten a la silla!-
Pienso en que tengo cosas más importantes para escribir pero me contengo.
-"Aquí castran" Se oye en susurro
-"Los dones resultan irrevocables" me digo para mi interior.
-"¡Que aquí castran!"
-"¡Que aquí castran!"
Llega la tarde, la gente se parte y yo sólo maquino mi próximo salto, mi próximo acorde, me ajusto los oídos al cerebro y escucho la máxima, el dictamen de gloria perfumado en 3 movimientos.
Me aterrizan,
miro sobre el hombro y el tipo gordito no ha salido de su oficina.
-"¿Dígame?" le pregunto
- "No, nada..." se escucha desde adentro
Me ajusto los oídos de nuevo pero al levantar la mirada descubro que el de en frente me mira
Simulo que tipeo, me giro y golpeo con los dedos la silla del lado.
- "Vámonos" le digo - "Vámonos que viene el perro"
- "Ella empaca sus cosas y con la excusa de una reunión importante nos escapamos"
Hoy nos salvamos...
lunes, junio 17, 2013
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