Los juegos del destino
Pocas veces mis conexiones hacen click con una película, este caso merece un estudio del color y de la etiqueta; no es cuestión de "continuos" el disipar una telaraña mental que acordonaba las ideas que guardaba al respecto... ¿y dije que eran sólo normas?
Pat y Tiffany... Dos personas con problemas mentales, de esos diarios, de esos vitales, de esos que aparecen como acné y desaparecen como hormigas rumbo al hueco, (¿Hay alguna "razón/proporción" en la normalidad? ¿Hay alguna sensación que se le escape y valga la pena nombrar?) se encuentran, se "señalan", se juntan separándose y se agitan reposando en sus distancias.
La normalidad que el mundo espera es la que equilibra dos caos y anula sus cargas. Desequilibrado es aquel que a juicio de la balanza no recorta el peso de sus ideas con un poco de otro, Y me remito a mis propias historias, las de años de personificar y atestiguar, años de recitar y recalcar, años de técnica y años de concierto.
Yo era el puto de la historia, el del faltante, el del rencor, el de la sed, el que buscaba equilibrarse para ser aceptado, el del asperger, el de la sinestesia, el de las mancias, el compulsivo influenciable que contaba silencios buscando entrar al solo (No importaba el instrumento). Yo era el verdugo de mis entrañas y el suicida decepcionado que saltaba charcos de sangre para corregir de mala gana lo que creía tener y entender.
Y me equilibré
1Cor 1:18
Me explico: El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios.
Por un momento, durante la película, vi mi pasado y me avergoncé; así son las cosas de la vida.
domingo, febrero 24, 2013
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