Recibir llamadas, recibir propuestas, percibir entre la luz un poco de demencia; clausurar entradas y justificar facetas, todo por escalar en un mundo sin treguas.

¿En dónde está la pausa del mundo?

Nada se detiene cuando no hay destino; los hombres, víctimas del caos y presas del futuro que no conocen sólo ven pasar las horas, segundo a segundo, manecilla a manecilla dentro del circulo vicioso que resuena en su cantonera ¿O era cantimplora? Ya no hay ni sed ni cerrojo... Igual no importa, nadie lo contestará nunca.

Caminan en círculos completando ciclo tras ciclo, sin cerrarlos, sin si quiera evaluarlos.

Y así fallecen... presas de su propia rutina