Cuando se trata de escribir, la cosa se me pone peluda... Generalmente me salen quejas o peleas, debí haber sido abogado, para nadie es un secreto mis cualidades como palabrero y engatusador, obviamente con el respeto que la profesión se merece y claro está... sin denigrarme a embaucador, digamos que soy bueno convenciendo a la gente y que también pude haber sido vendedor.

Pero para efectos prácticos, me impongo desde hoy la meta de escribir sin pasarme de la raya y aprendiendo que de cada cosa vivida puedo sacar una buena tajada para convertirlo en letras. Si me están pasando cosas buenas no tengo por qué limitarme a escribir cuando tenga una queja o cuando me quiero reventar con el mundo.

Volviendo a lo del palabrero, la mejor carta de presentación es uno mismo y el mejor testimonio para que me compren: Mis resultados. ¿Qué de malo tiene seducir con las palabras si al final se cumple al 100% lo que se promete?

En fin...

Veamos cómo nos va.