Y no era bello
Era la hora se cerrar los ojos, los extremos de la mesa se hacían pesados, la música se apagaba, la bebida ¿había bebida?...
Era la hora de cerrar los ojos, la luz natural se apagaba, las nubes se prestaban la misma sábana oscura, los ángeles compartían bostezos como si de una ola se tratase.
Era la hora de cerrar los ojos, los oídos, los labios... de amarrar las manos... el emperador había sacado su látigo.
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